Dora dibuja c@r@col@s
Tomás Gaviro
Sinopsis
Pieza teatral dirigida a un público infantil y dedicada a los niños y niñas que han sufrido maltrato en cualquiera de sus formas y a todos aquellos que luchan porque no exista el maltrato infantil.
Pieza teatral dirigida a un público infantil y dedicada a los niños y niñas que han sufrido maltrato en cualquiera de sus formas y a todos aquellos que luchan porque no exista el maltrato infantil.
Una habitación de un hospital militar cerca de Santander; dos hombres que no se conocen y que están obligados a compartir las horas terribles de una cuenta atrás que quizá termine con la muerte de uno de ellos al amanecer. Un secreto envuelto en remordimientos y un nombre que resuena en las paredes de la habitación: Federico. Queda tan solo la custodia de unos documentos y manuscritos como último gesto de amor. Inspirada en la vida de Rafael Rodríguez Rapún -estudiante de Ingeniero de Minas, secretario de la Barraca y compañero de Federico García Lorca en los últimos años de sus vidas-, La piedra oscura es una vibrante pieza sobre la memoria como espacio de justicia y también sobre la necesidad de redención. Un texto en el que se aúnan tensión dramática y pulso poético para levantar interrogantes sobre la naturalización de nuestro pasado más reciente y el destino de los olvidados en las cunetas de la Historia.Ver libro
Drama en cinco actos, en prosa y en verso, de carácter marcadamente romántico, inspirado en la leyenda de los amantes separados por la muerte.Ver libro
Primera obra teatral de Clarín, inspirada en un episodio de la vida del autor.Ver libro
Pedro Antonio de Alarcón contaba 21 años cuando una mañana de febrero de 1855 se encontró indefenso frente a la pistola de Heriberto García de Quevedo, insigne poeta y dramaturgo venezolano con quien se batía en duelo, por haber vilipendiado Alarcón a Isabel II y a su gobierno desde las columnas del periódico El Látigo. Alarcón descargó primero y casi mata a uno de los padrinos, pues no sabía usar las armas. García de Quevedo, diestro con la pistola, apuntó a su contrincante y después de escuchar la tercera palmada, levantó la mira y disparó hacia el cielo. Perdonó la vida a Alarcón por respeto a su genio literario. La muerte permea los dos relatos de este volumen: redentora y afable en uno, horrible y fatídica en el otro.Ver libro
Poetiza como puedas tiene vocación de hostia en la cara. Su axiomática: Poesía no está en casa, Poesía nunca está donde ya ha estado. Por eso, Poetiza como puedas se arma a base de materiales repudiados por la lírica para apuntar a su misma yugular. Y ya que se pone, dispara contra casi todo lo demás con un humor que hace daño y sabe a bilis. Poetiza como puedas está a medio camino entre un libro y un atentado. Poetiza como puedas es poesía contra la poesía. O tal vez no. Tal vez todo lo contrario. Tal vez sea una misión de rescate, una descarga de desfibriladores, un revulsivo. O si no tanto, quizás sí una maniobra de Heimlich, un mucolítico con que descongestionar a Poesía de la idiotez supercalifragilística.Ver libro
Cuidado: en estos poemas se fragua una revolución. ¿O sucede todo lo contrario, y se levantan frente a ella? Con La revolución exquisita afirmamos y dudamos, pero en qué orden; nos plan- teamos —y replanteamos— nuestras certezas sobre la forma en la que se cuenta la historia, también sobre la actitud con la que construimos el presente. Entre las fechas y los lugares y los nombres propios, Ignacio Vleming nos pregunta «¿qué hacer con las reliquias que son falsas?/ ¿Y con las verdaderas?», y apunta a lo que sale de foco en las postales, y nos incomoda porque quizá no acertemos cuando hacemos lo correcto. Después de Clima artificial de primavera y Cartón fósil, siempre con el empeño de observar —y analizar— el mundo desde la militancia en la belleza, Ignacio Vleming avanza con La revolución exquisita en uno de los proyectos más originales y libres de nuestra poesía: una escritura que cuestiona siempre lo establecido, y cuanto significa hoy «lo establecido». En algún lugar entre la memoria y la fantasía se dirimen la revolución del miedo y también la revolución de la esperanza, se cuenta la revolución lúcida y necesaria del pensamiento desde la revolución precisa —preciosa— del lenguaje.Ver libro