Si buscas una gran novela, lee La gran marcha de E. L. Doctorow
Si La gran marcha fuese una película, sería un blockbuster. Con más extras que El señor de los anillos, un programa digital que permitiera reproducir grandes masas en agonía y unos protas supertaquilleros. Pero como La gran marcha es apenas una gran novela, debemos confiar en la destreza del autor y en nuestra imaginación de buenos lectores para garantizar la dimensión épica.
El 15 de noviembre de 1864, el general William Tecumseh Sherman inició su larga marcha hacia el mar a través del estado Georgia, después de dejar Atlanta en ruinas. Fue la expedición que acabó con la Guerra Civil estadounidense, y con muchas cosas más. En manos de un escritor menos hábil que E. L. Doctorow, este episodio archiconocido por estudiantes y estudiosos podría haber resultado de cartón piedra. Pero Doctorow no ha escrito una novela histórica, sino una novela iluminada.
Los sesenta mil hombres que siembran la destrucción en Georgia son un organismo viviente gigantesco con una cabeza muy pequeña. Esta es la serpiente en cuyo vientre de digestión lenta se desarrollan todas las historias humanas de la novela, las reales y las de ficción.
Como ya conocemos el resultado de esta marcha, Doctorow elude el relato lineal y nos hipnotiza con viñetas de personajes que pueden aparecer en dos o tres escenas, pero que definen el fin de la Guerra Civil y la liberación de los esclavos del Sur en su dimensión histórica y en sus consecuencias, cada día más vivas en la actualidad social y política estadounidense. Basta pensar en los asesinatos de Ferguson y Charleston sucedidos en el último año.
Una de esas escenas «iluminadas» por Doctorow es el rescate de Wilma —una esclava liberada que se une a la marcha porque no tiene a dónde ir después de su liberación— por un soldado negro: Coalhouse Walker. La pareja, que decidirá quedarse en el Sur saqueado aprovechando que el ejército de la Unión les da título de propiedad sobre unas tierras improductivas, tendrá un hijo que será Coalhouse Walker Jr. —el protagonista de Ragtime.
El cirujano del ejército, un joven alemán que quiere conocer el secreto de la vida en la mesa de operaciones, es el coronel Wrede Sartorius, a quien los lectores de Doctorow ya han conocido en El arca de agua, novela en la que representa el triunfo de la ciencia desnuda de cualquier ética, cuyo relato empieza donde La gran marcha termina: el asesinato de Abraham Lincoln.
Mientras el «organismo viviente» que es el ejército en marcha lo devora todo, la perspectiva de la novela se disemina en cada uno de sus componentes. De esta manera, el lector puede seguir en simultáneo el relato del general Sherman y sus oficiales (la cabeza pequeña de la serpiente); el de Pearl, una niña mulata que comprende con dolor que deberá aprovecharse de su piel clara para prosperar en el nuevo mundo sin esclavitud, renunciando a su negritud; el de dos soldados confederados que escapan a la pena de muerte por deserción camuflándose en los uniformes azules de la Unión, sin perder su amor por los Confederados; el de Emily Thompson, una bella heredera sureña que se une al ejército azul después de que sus propiedades hayan sido saqueadas y que se enamora del frío y obsesivo Sartorius.
Cada uno de estos personajes entra en el vientre de la serpiente para salir cambiado por su proceso digestivo. La intención de Doctorow es pintarnos la guerra en todo su caos y su crueldad azarosa. Y contarnos que, en ese mundo flotante donde ya no hay amarras el carpe diem se presenta como la actitud más vital de los hombres, aunque los alcance la muerte dos capítulos más adelante.
E. L. Doctorow es un escritor de la estatura de John Updike o de Philip Roth. No ha corrido la misma suerte con los lectores de español. En parte porque entró en la lengua precedido por el terrible malentendido del bestseller, que alejó su obra de los lectores que buscan buena literatura y decepcionó a aquellos que buscan lecturas livianas de aeropuerto.
Este verano es una buena oportunidad para hincarle el diente y descubrirlo en las ediciones de Roca Editorial, que está publicando toda su obra, tanto la más antigua como las novedades. No te arrepentirás.